11.22.2006

[ A los 7, 8 y por el resto de mi vida: Rambo II, Rabo, Rabito]

Supongo que no queria otro perro. Ahora que escribo esto, me convenzo que ya no quería otro perro. Niño egoísta, ya no me gustó la idea de cuidar algo que no fuera yo mismo, o de entretener y darle mi tiempo a algo más. Como siempre, no dije nada, y mi falta de comunicación probó ser buena por una vez. Mi papá contacto con alguien de su trabajo, quien vino a cenar a mi casa, y supongo, a ver a donde viviría el nuevo perro: He de suponer que la idea de la cena vino de mi socialisima madre, y recuerdo cierta presión para portarme bien durante la cena. Egoísta como siempre, desde que llegaron, pregunte si traián al perro, para descubrir una respuesta negativa. Durante la cena, pregunte si podiamos ir a su casa a recoger al animal: Siempre pensando en la recompensa.No supe si di buena impresión, o si mi comportamiento fue siquiera factor en ello, pero supongo que el dueño accedio a darnos el cachorro. Tres días despues, fuimos por él. Nos fuimos acostumbrando uno a otro supongo. La remembranza me trae la imagen de un perro muy inteligente, tan inteligente, que no era completamente feliz. Como si supiera que era un juguete.Lo llame Rambo II, y un mes despues, cuando le cortaron la cola, su nombre se transformo a Rabo, Rabito. El perro era todo rabo con la familia, se moria de cariño por quien sea, se dejaba desfallecer cuando llegaban mi abuela y mi tía de visita, se orinaba sin ningún remordimiento sobre el pavimento, expresaba absoluta devoción a los recien llegados. Hijo de campeones, un cocker spaniel blanco manchado, con pequillas cafes, ojos saltones, y muy, muy chillón. Cuando creció, su pelo se rizaba, formando pequeñas faldas que arrastraba continuamente. Mi papá se la pasaba deshaciendo tanta bola de pelo y peinandolo cada fin de semana. Pasaron unos dos años, que incluyeron jugar con el todas las tardes, y sacarlo a pasear al parque de vez en cuando. Ahi conoci a Carolina, ahi conoci a Israel, ahi conoci el parque. Cuando me pegaron mi primer puñetazo, ahi estaba él. Absolutamente emoción cuando salia, como todo perro, no podia yo contener su correa. Me purgaba a sobremanera disponer de media hora, una hora de mi tiempo para sacarlo y jugar con él, pero lo haciá: Era feliz cuando me saltaba esas obligaciones, pero a largo plazo, supongo que me ayudaron a disminuir mi frustración en realizar pequeños sacrificios para ayudar a otras personas. Cuando uno escribe de algo tan hermoso y tan noble supongo que se olvida de sus pecados. Quiero escribir "...y fue feliz, más o menos". Durante su primer año y medio, lo golpee continuamente. Furia desmedida contra el y contra el mundo y contra todo lo que no era como yo queria que fuera. No me obedecia, no entendia lo que queria decirle, no me obedecia, y yo estaba enojado enojado enojado. Si lo racionalizamos, era mi forma de ser por sentir a mi mamá enojada todo el tiempo, por sentir a mi papá tan alejado, o que se yo. Soy una bestia, supongo que es la razón mas adecuada. Le pegaba con mis manitas en su cabeza, lo pateaba hasta la esquina de la sala, donde se escondia debajo de una mesita que sostenia un telefono. Gritando de frustracion porque no obedecia no se que estupidez, iba yo por un palo de escoba. Le deje de pegar cuando, una vez, lo golpee tan fuerte que no se levanto y se quedo ahi, chillando. De alguna manera, por fin, mi cerebro entendio que estaba causando mucho daño. Lo sobé y sobé, y le grite, y lo amenaze y lo sobé y lloré sobre él, enojadisimo. Los golpes fueron disminuyendo hasta desaparecer. Durante el embarazo de mi segundo hermano, la histeria de mi mama iba en aumento y yo empeze a agarrar esas salidas a pasear al perro, como escapada de tantos gritos. Años despues, madre cuenta que cuando estaba en completa desesperación, el perro se acercaba a ella, y se tumbaba: Se dejaria golpear, se dejaria gritar, y estaría con ella. Hizo algo que yo no pude hacer. A los 3 años de que rabo llegara a la casa, nacio mi hermano. Alguna vez le dije a mi mamá que lo culpaba de que rabo muriera. No tuvo la culpa, no la tuvo nadie de la familia, y al momento de decirlo, el sentimiento desapareció. Me pregunto si madre continua con esa idea. El niño salio medio enfermucho, no le gustaba el asunto ese de alimentarse, y el perro fue relegado conmas frecuencia durante un año más o menos. Cuando mi hermano empezo a caminar, tomaba al perro de la correa y lo ahorcaba, luego, le jalaba las orejas y lo pisaba. El perro nunca, siquiera, pestañeo. Nunca supimos si era por miedo, o por nobleza, asi que elegimos que era por nobleza. Cuando mi hermano empezo a tener pequeños ataques de alergia, mandaron a Rabo a Orizaba. Mi abuela lo consintio como consentia a sus sobrinos, lo llenaba de comida y era libre de andar en casa y patio y ladrar y ladrar y ladrar, y ladrar un poco más a cuanto extraño paseara. Igual y era feliz ladrando. Cuando llegabamos de visita, a veces nos recibia arrastrando la panza, llena de un chayote hervido, que de alguan manera lograba devorar casi completo. Despues del ritual de adoración, se hechaba a digerir su chayote toda la tarde. Lo rapaban al ras continuamente, el calor era insoportable. Y un mal dia, llegue de secundaria, entre el baño a lavarme las manos, y mi mamá se recargo en el quillo. -Me hablo tu tiá piva. Rabo se murio. -Lo atropellaron? -No... lo envenenaron. -Ah. y fuimos a comer. Su tumba está en el terreno de atras de la casa de orizaba, y hace unos años se podia ver un montículo, pero ya desapareció.

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