12.13.2006
Outbreak //Libro 2 // El niño Terrance
Una hoja afilada atravesaba el craneo de Terrance, desde la nuca hasta la frente. Un ligero hilito de sangre corria desde la salida de la herida hasta la nariz y se partia en dos, dando la impresion de que lloraba sangre. Por dentro, la hoja se partio en mil filamentos que recorrieron los pequeños y miles de vasos sanguineos de la masa encefalica, hasta llegar a la neuralgia, la plasta de neuronas que compone a un ser humano. Sin piedad, se unieron a ellas y empezaron a lanzar pequeñas señales azules, convirtiendose en una habitacion roja sin entradas, con un techo oscuro e interminable, del cual escurria una sustancia cobriza. Las paredes estaban decoradas con caras que se movian apenas, en continua agonia. En el centro terrance estaba desnudo, los ojos hinchados y desorbitados, rojos en sangre, ocultando el iris, el cuerpo blanco, las piernas moviendose en forma imposible, como si le hubieran removido los limites de las articulaciones. Un feto infernal recien parido. El piso informe, similar a carne cruda moviendose, empezo a formar un bulto en la esquina opuesta a Terrance. El bulto creció como pústula, hasta reventar y dar luz a una materia blanca y viscosa que tomo forma humana y camino hasta Terrance, se agacho y lo abrazo. Era blanco papel, sin sexo definido, sin intencón en sus ojos azules, cubiertos a veces por una mata de pelo negro que abarcabe sus estatura. La mano, que continuaba viscosa, toma la cara de Terrance, y la volteo suavemente, hasta que quedaron cara a cara. Los ojos del ser brillaron con sutiles lineas rojas, y era hace veinte años, en la casa de playa de papá, despues de que me golpeo con el palo de escoba. No recuerdo que hize, pero sabia que debia dejar de llorar y no moverme, pero cada golpe me sacaba un estertor. No sabia por que no me golpeaba la cabeza y me daba oscuridad, pero era como siempre, eran mis gritos y mis piernas moviendose en busca de un angulo menos doloroso, mis brazos buscando consolar cada golpe. Mis dedos me dolian, ateridos por el frio e incapaces de detener cada trayectoria brutal.
Era un dia claro, y aunque no se veia el mar desde ese angulo de la casita, se podia escuchar el suave murmullo de las olas. Fuera de eso, el pequeño jardin no mostraba otro sonido, mas que los secos golpes del palo de madera, sostenido por un hombre calvo, gordo e inyectado de sangre. Estaba oscureciendo, y la luz transformaba la madera de la fachada de un pastel a un amarillo enfermizo. Sin embargo, habia suficiente claridad todavia, para apreciar el verde perfecto del jardincito, cortado en un cuadrado perfecto. Despues mi padre me llevaria adentro y me hablaria suavemente de orden, y de disciplina. Yo le creeria. Pero no pasa asi, porque mi pierna se transforma en una lanza que le atraviesa el pecho, la punta se separa en varios pedazos y me quedo con sus restos sanguinolentos, su cabeza cae perfectamente, mirandome a los ojos. Esto es lo que te puedo dar, me transmite la parte posterior de mi cabeza, y me muestra a Jun sin extremidades, mirandome con miedo. Mia, para siempre. Del verde pasto brotan cuerpos por doquier, y el cielo se torna rojo. Me levanto y el ser me sonrie. Abro los ojos, el mundo es mio.
//Serg
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